No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad.....las palabras me preceden, me sobrepasan. Tengo que tener cuidado: sino las cosas se dirán sin que yo las haya dicho. Así como un tapiz está hecho de tantos hilos que no puedo resignarme a seguir solo uno....mi enredo surge porque una historia está hecha de miles de historias....



lunes, 6 de abril de 2015

Ira.

"En tres partes se divide el alma humana:
en mente, en sabiduría y en ira".
Es frustrante no saber qué piensa una hormiga; las ves moviéndose, parecen solitarias, pero pronto te das cuenta que no, que se juntan, se reúnen y arman filas largas. Sospechás que están planeando algo porque tienen ocupaciones que parecen formar parte de un objetivo común.
Y entonces, sin darte cuenta, ponés un anzuelo y las esperas. Cuando se juntan las rocías con alcohol y les acercás un fosforito. Ellas se retuercen mientras vos imaginas cómo gritan las hormigas, y entonces sos Dios y por lo tanto enorme, grandísimo, mucho más de lo que sugiere la comparación.
En ese lapso no sos vos mismo sino un entramado visceral de circunstancias, de pulso alterado, menos consciente y definitivamente individual. Un alma dividida, no dispuesta a razonar en lo que se hace y lo que no.
Y todo es un fuego ciego que destruye lo pequeño, lo suave, lo dulce, lo común, lo que se construye. Un fuego que consume a las hormigas, pero no se detiene ahí.

El resumen es una confusión y el corolario un bolsa de explicaciones que disfrazan errores y decisiones con un fósforo en la mano

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